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martes, 16 de abril de 2013

Mensajes confusos en los alimentos




1º.- "Con pollo" (salchichas, hamburguesas...). El pollo y el pavo son dos de las carnes más magras, con menor porcentaje de grasa en su composición. La realidad es que muchos de estos productos cárnicos llevan como ingrediente principal la carne de cerdo y añaden pollo o pavo como un ingrediente más, pero no como elemento mayoritario, aunque en el etiquetado o en el envase se destaque.
2º.- "Con aceite de oliva". Muchos productos remarcan en su etiqueta el mensaje "con aceite de oliva" y, sin embargo, este tipo de aceite es un ingrediente secundario en la composición de dichos productos, pues la grasa principal es otra (por lo general, aceite de girasol).
3º.- "Con trozos de fruta". Algunos yogures destacan su aporte de fruta con frases del estilo: "contiene trozos de fruta". Tras leer la lista de ingredientes, la realidad nos dice que, si bien es cierto, la cantidad de fruta añadida es mínima: oscila entre el 2% y el 11%, lo que se traduce en los casos más abundantes en 14 gramos de fruta por 100 gramos de producto. Un fresón pesa unos 20 gramos, y 6 gramos un grano de uva. En conclusión: un yogur con trozos de fruta no sustituye a una ración diaria de fruta. Esta misma reflexión también se puede aplicar a otros productos distintos que se acompañan del mensaje "con zumo de fruta", como las bebidas lácteas con zumo de fruta, entre otros.
4º.- "Rico en omega-3" o "fuente de omega-3". Algunas marcas de conservas de bonito, atún o latas de sardinas destacan estos mensajes en su etiquetado. Conviene saber que este tipo de ácidos grasos cardiosaludables están presentes de forma natural en todo tipo de pescados azules, incluidos los que se presentan en conserva. Por tanto, que el envase lo destaque en su etiqueta no debería ser la razón que determinara la elección del consumidor en su creencia de escoger, dentro de la gama, un producto más saludable.
5º.- "Con soja". A la soja -en concreto, a ciertos componentes, como las proteínas y las isoflavonas- se le reconocen efectos saludables y preventivos a nivel orgánico. El consumo de proteína de soja, en determinada cantidad (unos 25 gramos diarios), se revela como protector cardiovascular al asociarse con un menor riesgo de sufrir trastornos cardiacos "siempre que se acompañe de una dieta baja en grasas saturadas y colesterol". De las isoflavonas, numerosos estudios evidencian su papel en la reducción de malestares asociados a la menopausia (como los sofocos), y con una mejora de la estructura ósea. Ante la divulgación de tales conocimientos, cada vez son más numerosos los productos que incluyen soja entre sus ingredientes y lo destacan como valor añadido. No obstante, en ocasiones algunos mensajes llevan a confusión al consumidor, que elige tales productos con el convencimiento de que son elaborados 100% con soja o que tienen una cantidad elevada. Un caso llamativo es el de los yogures: hay marcas que contienen tan solo un 2% de soja. En esta cantidad, el aporte de proteína de soja o de isoflavonas es insustancial y nada relevante a nivel de salud como para que esa sea la razón para elegirlos entre otros. Serán por tanto los aspectos organolépticos (sabor, textura, cremosidad...) los que condicionen la elección y no tanto el supuesto "valor salud" que sugiere el mensaje destacado.

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